Diana Milena López Ll.
Socióloga UdeA
Que es la Ciencia
La Ciencia (proveniente del latín de scire “conocer”), es un término que hace
alusión al conocimiento sistematizado mediante un proceso de investigación el
cual se rige por unos pasos concretos, conocido como método, generalmente se
utiliza para la organización de la experiencia del mundo objetivado y
verificable; a este conocimiento generado se le llama ciencia pura, que es
diferente de las ciencias qua hacen referencia a la aplicación práctica del
conocimiento científico.
Orígenes de la Ciencia.
Los esfuerzos para sistematizar el
conocimiento se remontan a los tiempos prehistóricos, como atestiguan los
dibujos que los pueblos del paleolítico pintaban en las paredes de las cuevas,
los datos numéricos grabados en hueso o piedra o los objetos fabricados por las
civilizaciones del neolítico. Los testimonios escritos más antiguos de
investigaciones protocientíficas proceden de las culturas mesopotámicas, y
corresponden a listas de observaciones astronómicas, sustancias químicas o
síntomas de enfermedades —además de numerosas tablas matemáticas— inscritas en
caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla. Otras tablillas que datan
aproximadamente del 2000 a.C. demuestran que los babilonios conocían el
teorema de Pitágoras, resolvían ecuaciones cuadráticas y habían desarrollado un
sistema sexagesimal de medidas (basado en el número 60) del que se derivan las
unidades modernas para tiempos y ángulos (véase Sistema numérico; Numeración).
En el valle del Nilo se han
descubierto papiros de un periodo cronológico próximo al de las culturas
mesopotámicas que contienen información sobre el tratamiento de heridas y
enfermedades, la distribución de pan y cerveza, y la forma de hallar el volumen
de una parte de una pirámide. Algunas de las unidades de longitud actuales
proceden del sistema de medidas egipcio y el calendario que empleamos es el
resultado indirecto de observaciones astronómicas prehelénicas.
Desarrollo de la Ciencia
El conocimiento científico en Egipto
y Mesopotamia era sobre todo de naturaleza práctica, sin excesiva
sistematización. Uno de los primeros sabios griegos que investigó las causas
fundamentales de los fenómenos naturales fue, en el siglo VI a.C., el
filósofo Tales de Mileto que introdujo el concepto de que la Tierra era un
disco plano que flotaba en el elemento universal, el agua. El matemático y
filósofo Pitágoras, de época posterior, estableció una escuela de pensamiento
en la que las matemáticas se convirtieron en disciplina fundamental en toda
investigación científica. Los eruditos pitagóricos postulaban una Tierra
esférica que se movía en una órbita circular alrededor de un fuego central. En
Atenas, en el siglo IV a.C., la filosofía natural jónica y la ciencia matemática
pitagórica llegaron a una síntesis en la lógica de Platón y Aristóteles. En la
Academia de Platón se subrayaba el razonamiento deductivo y la representación
matemática; en el Liceo de Aristóteles primaban el razonamiento inductivo y la
descripción cualitativa. La interacción entre estos dos enfoques de la ciencia
ha llevado a la mayoría de los avances posteriores.
Durante la llamada época helenística,
que siguió a la muerte de Alejandro Magno, el matemático, astrónomo y geógrafo
Eratóstenes realizó una medida asombrosamente precisa de las dimensiones de la
Tierra. El astrónomo Aristarco de Samos propuso un sistema planetario
heliocéntrico (con centro en el Sol), aunque este concepto no halló aceptación
en la época antigua. El matemático e inventor Arquímedes sentó las bases de la
mecánica y la hidrostática (una rama de la mecánica de fluidos); el filósofo y
científico Teofrasto fundó la botánica; el astrónomo Hiparco de Nicea
desarrolló la trigonometría, y los anatomistas y médicos Herófilo y Erasístrato
basaron la anatomía y la fisiología en la disección.
Tras la destrucción de Cartago y
Corinto por los romanos en el año 146 a.C., la investigación científica
perdió impulso hasta que se produjo una breve recuperación en el siglo
II d.C. bajo el emperador y filósofo romano Marco Aurelio. El sistema de
Tolomeo —una teoría geocéntrica (con centro en la Tierra) del Universo
propuesta por el astrónomo Claudio Tolomeo— y las obras médicas del filósofo y
médico Galeno se convirtieron en tratados científicos de referencia para las
civilizaciones posteriores. Un siglo después surgió la nueva ciencia
experimental de la alquimia a partir de la metalurgia. Sin embargo, hacia el
año 300, la alquimia fue adquiriendo un tinte de secretismo y simbolismo que
redujo los avances que sus experimentos podrían haber proporcionado a la
ciencia.
Posteriormente vino el medioevo comprendido
entre el siglo V y el XV, que bajo principios fundamentalmente religiosos reprobó todo tipo de investigación
que no se rigiera por los fundamentos teológicos del cristianismo,
proscribiéndose el conocimiento que no fuera quemado en hogueras (desde
manuscritos como los de Safo de Lesbos, hasta personas como Jordano Bruno), a
las abadías custodiadas pro monjes[1]. Este fue un periodo oscuro de la ciencia ya
que muy pocas personas tenían acceso al conocimiento lo que provoco que hacia
finales del siglo XVII se desarrollara
un movimiento cultural e intelectual
llamado Ilustración, inicialmente en Francia e Inglaterra y que se extendiera
paulatinamente a otros países -occidentalizados- hasta los primeros años del
siglo XIX. Este movimiento tenia como
ideal el “… disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la
razón...” y el filosofo mas representativo de este nuevo impulso para la labor
investigativa, la acumulación del conocimiento y el desarrollo de nuevas
disciplinas y teorías científicas fue
Emmanuel Kant. Superando así el oscurantismo que se había obstaculizado el desarrollo del conocimiento y las ciencias.
Apuntes sobre otro conocimiento
La mayoría de los trabajos relacionados con el origen y desarrollo del conocimiento y con ello de las ciencias ce centran el mundo occidental ya que una de las deficiencias centrales del proceso ilustrador fue su connotación euro-centrista, es decir que el único conocimiento valido y respetable era el generado en Europa. Pese a que el desarrollo de sus ciencias exactas tuviere sus bases o se cimentarán en el pensamiento y las tradiciones del medio oriente llegadas a ellos gracias a la expansión del imperio de Alejandro Magno (del 356 al 323 a. C.), que valoraba el conocimiento y las tradiciones de las naciones invadidas generando un gran acumulado para el pensamiento helénico.
El conocimiento generado por
sociedades como las de oriente o el nuevo continente no ha tenido el mismo tipo
de manejo o de reconocimiento histórico, lo cual no quiere decir que no lo posean.
A finales del siglo XX se presento un bun por la occidentalización de la
sabiduría asiática, así como un rescate de los conocimientos ancestrales y
populares de los pueblos africanos y latinoamericanos.
[1] Para tener una mayor ilustración del
papel del clero como custodios del conocimiento occidental se puede leer “El
nombre de la rosa” de Umberto Eco, es
una novela de misterio e histórica que hacer referencia a este periodo de la
historia.
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